DULCE NAVIDAD

Papá Noel llegó a la oficina a primera hora de la mañana. Algunos duendes ya hacían cola. Mas tarde llegaron los Reyes Magos y algunos pastorcillos y ángeles.

-¿Nombre? – una antipática mujer recibía a los solicitantes.
-San Nicolas.
-Rellene el formulario. Espere a que le llamen.

Los renos fueron de los pocos en obtener trabajo. Eran experimentados y se conformaban con alfalfa y pienso. El sindicato de Duendes había pactado doscientos puestos en aquellas navidades y también se les veía satisfechos. No eran los casi mil de antaño pero las cartas que recibían ya no eran tan numerosas.

Papa Noel no las tenía todas consigo cuando pasó al despacho del jefe:
-No sé como decirlo pero...este año hemos pensado en coger a alguien mas joven. Y a fin de obra. Lo siento, no es nada personal. Mandan los números y no eres rentable.
Ni siquiera le replicó; Así eran las reglas en el nuevo trabajo.
-Una última cosa. Devuelve el trineo y el traje.
-¿Es necesario? Me han dicho que este año no repartiréis casa por casa, sino que se hará todo por Internet y mensajería.
-Sólo cumplo órdenes.

Los Reyes Magos intuyeron que les ocurriría lo mismo. En su caso adujeron que ya no se creía tanto en ellos y que para seguir tenían que quedarse sólo con dos. Y de igual forma pensaron ángeles, pastorcillos y demás figuras del Belén. Todos eran prescindibles, porque nadie pe

Y es que, las cosas ya no eran como debían ser, pensó el Espíritu de la Navidad, mientras jugaba con el último grito en consolas.