lunes, octubre 24

QUÉ GRANDE ES ESO DEL AMOR

♪ Qué Grande es esto del amor...♪; La canción sonaba y sonaba, repitiendo sin cesar el estribillo.

- Nos queremos y eso es lo importante, ¿no?- el marido, le atusaba el pelo con una mano, mientras con la otra sujetaba el volante de su viejo y abollado automóvil.

Un pinchazo inoportuno, le obligó para en la cuneta. La carretera no era mala, pero allí, rodeado de árboles y en total oscuridad, sintió algún reparo en bajar. Además, la niebla y la intensa lluvia no hacían agradable estar en el exterior.

- Ya sé que no quieres quedarte sola, pero tengo que cambiar la rueda. Si me necesitas, toca el claxon, mi vida. Niños, comportaros- dijo mirando los asientos traseros.

No era normal que la patrulla pasara por allí, pero Tom, se desvió en la interestatal, después de recibir un aviso de la centra: Un camionero avisaba que un coche parecía tener problemas en la Siete. “Voy para allá” respondió sin ningún entusiasmo. Era el final de su turno y aquello le retrasaría.

Las luces de emergencia le indicaron a Tom donde se encontraba el vehículo. Una silueta se hacía visible en la parte derecha, sentado en el arcén.

- ¿Algún problema? – preguntó Tom al desconocido.
- La rueda; Parece pinchada- respondió el hombre empapado.
- Le ayudaré a cambiarla.
- No se preocupe, no hace falta que se moleste.
- No es molestia – dijo mientras pensaba por qué demonios había dicho eso; Estaba deseando llegar a casa- Iré a por la rueda de repuesto.
- No..

El policía ya había abierto el capot, dejando a la vista un enorme bulto.

- ¿ Qué es...?- se preguntó apartando la sábana- ¡Dios mío es una...!

Un fuerte golpe en la cabeza es lo último que sintió Tom, antes de caer inconsciente.

“Problemas, siempre problemas” pensó el desconocido mientras arrastraba el cuerpo del policía hasta los asientos traseros. Allí, un plástico impedía que la tapicería se salpicara de sangre. Mas tarde, el cuerpo, descansaba junto al otro bulto en la parte trasera.

Después, cambió la rueda y siguió su camino. El coche patrulla, lo introdujo en un pequeño camino de tierra, impracticable por el barro y el agua. La suerte le acompañaba y ningún otro vehículo pasó por la zona y la niebla le permitía trabajar tranquilo.

Arrancó el coche y siguió su marcha; Encendió de nuevo la música y encendió un cigarrillo. Hacía años que no lo hacía; Su mujer se lo prohibió.

- Bien, todo arreglado- dijo satisfecho- ¿Qué os parece vuestro nuevo amigo?

La cabeza de sus hijos y las del infortunado policía, cortadas de un tajo, rodaban de un lado a otro con cada curva. Su mujer, atada de pies y manos en el lado del copiloto, hubiera gritado al contemplar aquel horror, pero su lengua colgaba ahora como un ambientador de coche.

- ¿Veis como no es tan difícil llevarse bien?; ¿A que venía eso de que querías abandonarme?. Si te portas bien, prometo quitar la lengua de tu vista...¿Y si te arranco los ojos y así no hace falta que la quite?. Luego lo pensamos, mi vida.

♪ Qué Grande es esto del amor...♪...canturreaba el hombre, atusando el pelo a su esposa.

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