lunes, diciembre 19

TINTINEO

Por un momento, Roberto dejó de mirar el cielo. Su padre le había dicho que aquella noche se verían decenas, cientos de pequeñas estrellas fugaces.
-¿Qué haces?- preguntó una voz femenina.
Giró la cabeza buscando a su interlocutor. Allí estaba ella. Su sonrisa, su piel, su boca...era perfecta.
-Busco estrellas fugaces - respondió nervioso - Esta noche es perfecta para encontrarlas.
-¿Puedo sentarme a tu lado?. Los dos podremos abarcar mas cielo.
Las miradas dieron paso a un primer beso. Era tierno, de amor adolescente. Con los ojos cerrados, Roberto olvidó por qué estaba allí.
A la mañana siguiente, al llegar a casa, su padre le esperaba despierto.
-¿Llegaste a verlas?- preguntó, esperando la respuesta de su hijo.
-Si...perfecta...Era perfecta- Roberto hablaba ensimismado.
-¿Sólo una...? En fin, otro año será, pero...-el padre, de pronto, comprendió que su hijo no se refería a las estrellas. Su pequeño, se había enamorado- Pero ha merecido la pena, ¿no?
-No te lo imaginas.
"El amor correspondido es una variedad inmensa de cosquillas"

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