domingo, septiembre 18

G.O.

Innumerables trozos de cristal cortados por el azar en formas irregulares. El cielo se refleja en uno. Parece un pedazo arrancado del paraíso. El viento mece con brío las cortinas. Las hojas de la ventana rota golpean rítmicamente la pared. Los gritos de ella suenan como una guerra chill out.

Ríos de sangre brotan a cámara lenta de agujeros abiertos con plomo. Las uñas se destrozan arañando el suelo. Casquillos de bala fuman en el suelo. Mi asesino ríe y recompensa a su arma con una buena comida. El cargador encaja con un clic onomatopéyico. Mi pistola está a un siglo de distancia. La realidad se difumina como una imagen pixelada.

Intento respirar, pero un bloqueo de dolor le impide el paso al aire. La pared y el suelo no son tan incómodos como parecían. Poco a poco me hundo en un colchón de hormigón armado. La luz se tiñe de negro. Y allí están las letras. Grandes. Brillante neón rojo que contrasta con una existencia de tinieblas. Casi creo distinguir una “G”. Una “O”... Volverá a pasar... dentro de un

parpadeo.

Estoy de nuevo en pie en el pasillo de paredes texturizadas con fotografía camp. Todo está cubierto por un filtro azulado. Mi pierna golpea la madera y crea una entrada. Las astillas desaparecen al tocar el suelo. Está volviendo a pasar. Soy manejado por la mano de un dios invisible.

Es imposible saberlo, pero lo sé. Ignoro a la rehén. Me olvido de su terror y apunto al armario. Mi pistola escupe tres insultos plateados. El cuerpo del asesino cae. Estamos a salvo. He ganado.

No.

Desde el edificio de enfrente un cometa de acero cruza la calle. La ventana muere derrochando sangre cristalina. En el mundo verdoso de un visor nocturno, mi cuerpo cae abatido.

Una vez más, muero.

Llegan las letras. Como un cartel de boxeo que anuncia un K.O. Escritas en una fuente especialmente creada para saludar a la muerte. Recibo el mensaje impersonal que me comunica mi propio fallecimiento. G... O...

Game Over.

La pantalla se tiñe de negro.

Mi vida se está cargando para intentar llegar al siguiente nivel.

La muerte suena a un descanso apetecible. Necesario. Merecido.

La partida vuelve a empezar. Toman los mandos de mi destino.

Dios, dame un respiro.

4 Tu opinión es importante:

Blogger devorador de cómics said...

estás hecho un peazo escritor

10:14 a. m.  
Blogger Pablo Gutiérrez said...

Comentarios ocmo ese me hacen echar en falta el emoticón ruborizado del mesenger. :D

Muchas gracias Juan Carlos. Me alegra que te haya gustado.

2:53 p. m.  
Blogger Ramón Masca said...

Está muy bien. No podré volver a jugar al Counter Strike con el mismo sadismo :D (bueno, no podré jugar a secas, hasta que no me devuelvan la conexión, pero eso ya es otra historia...)

11:21 a. m.  
Blogger Pablo Gutiérrez said...

Yo me quedé en el Max Payne (pedazo de juego). Mi pobre cacharro ya no da para más.

12:12 p. m.  

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