viernes, agosto 5

Nunca Jamás


Su mirada, tierna y dulce, entendía la mentira de su vida. Tantas noches buscando su hada particular, sin encontrarla... Rendirse era el camino adecuado, le decían.

- Crece, no te aferres al pasado.

El pasado; No estaba tan lejos, pero la distancia se le hacía eterna. Madurar es lo correcto; Primero Wendy; Quería ver mundo. ¡Ja! ¿Mas mundo que aquel?, luego el resto de la banda.

Un día, Garfio se despidió de él.

- No merece la pena, Peter. ¿Por qué no vuelves conmigo? Podemos seguir viéndonos.
- Gracias, Capitán. Prefiero buscarla.

“Buscarla”. Los primeros días no se preocupó; Campanilla iba y venía y no veía por qué en esa ocasión podía ser distinto. Pero lo fue. La buscaron por todos los rincones de “Nunca Jamás”…Nada, ni rastro de la pequeña hada. Sin ella, todo se hizo más aburrido; Se terminó el volar y con el tiempo a él mismo se le terminaron por secar las lágrimas. Su amiga, su mejor amiga, simplemente, se esfumó.

Nunca Jamás dejó de reír y sus habitantes, todos humanos menos la risueña Campanilla, poco a poco regresaron a su mundo. Peter no. No podía dejar de creer en ella. Si lo hacía moriría. No abandonaría nunca, o eso pensaba al menos.

- No te tortures, Peter, seguramente ya está muerta - Michael y John intentaban hacerle entrar en razón.

Las garras del mundo adulto son afiladas y terminaron por atraparlo. Una jornada de nueve a siete, sin mas ambición que su jefe no le obligara hacer horas extras. Luego, buscar a una chica,

- Wendy es perfecta, y te quiere.

Y era perfecta…pero para no para él. Ella buscaba un marido para sus hijos y él quería correr aventuras sin fin, luchar contra piratas y monstruos inimaginables.

Con cincuenta años, queda poco tiempo para arrepentirse, pero él lo hacía día tras día. No recordaba el camino para regresar a Nunca Jamás, y empezaba a dudar que hubiera existido de verdad.

- Eran juegos de niños, Peter. ¿No creeras todavía en hadas, verdad?

No debería, pero seguía haciéndolo. Campanilla seguía existiendo en su corazón. Eso era suficiente para un cincuentón, soltero y barrigudo.

- ¿Sigues creyendo en hadas? – la voz era inconfundible, ¡Era ella!- ¡Ven conmigo!.

Peter Pan, el niño sin sombra, flotaba en el aire. Su cuerpo, poco a poco recordaba como moverse. Campanilla, le abría el camino de regreso a “El País de Nunca Jamás”.

Allí estaban todos, Wendy, los chicos, Garfio …¿Cómo era posible aquello?. Aterrizó y se dejó caer en la hierba.

- Yo no me olvidé de ti, Peter.
- Ni yo de ti, Campanilla.
- Ahora duerme, mi dulce niño….

Algunos no se sorprendieron cuando les llegó la noticia: Peter Pan, se había suicidado, saltando por la ventana.

- Siempre creyó en hadas…Supongo que el mundo era demasiado para él.

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