DECISIONES
El consejo se reunió de inmediato; El joven Og había llegado demasiado lejos y era momento de tomar decisiones.
- Debemos desterrarle; No escucha y hace y deshace a su antojo – dijo el mas anciano de todos- Pronto otros le seguirán.
- Estoy de acuerdo; Los Dioses parecen enojados, Sino, ¿Por qué las mandas de mamuts abandonan la pradera?- la voz del jefe era grave, profunda.
- Hagámoslo pasar.
Nervioso, el joven esperaba en el exterior de la cueva; Sabía que su traición podía costarle la vida, aunque no entendía por qué. Alguien salió a buscarle; Lento, pero con paso firme, se dirigió hasta el interior.
- Has desafiado a nuestros Dioses y ancestros y deberás pagar por ello – uno de los guerreros se adelantó al resto al hablar- Tú eres el culpable de que no tengamos suficiente comida para el invierno.
- Ten cuidado Bro, deja hablar a Nur – interrumpió el anciano- Él es el jefe y no lo debes olvidar.
- A partir de este momento, no perteneces al Clan. Debes irte- concluyó Nur.
Og no pudo o no quiso decir nada. Ellos no comprendían que las tribus de “los sin pelo” empujaban a las manadas hasta su territorio. Tampoco entendían que el tiempo estaba cambiando y los días de lluvia y nieve eran cada vez mas y el Sol no calentaba como antes. Su crimen, haber creado fuego, sin esperar a que éste llegara en forma de rayo o de cualquier otra forma. Ya no haría falta avivar la hoguera que durante años cuidaron todos los miembros y podían recorrer mayores distancias. Podían ser dueños de su destino, pero los mas viejos, veían en él motivo de discordia y maldecían sus ideas.
Recogió sus pocas pertenencias y caminó hasta adentrarse en el bosque. Nadie salió en su defensa, aun cuando algunos pensaban que hacía lo correcto. Sabía que sobreviviría; la caza para una persona sola era más fácil y podía crear su propio fuego.
No le hizo falta; una partida de “los sin pelo”le encontró. Reticentes en el inicio, le hicieron partícipe de su alimento y le invitaron a unirse a ellos. Eran extraños y emitían extraños sonidos de sus gargantas, pero les veía mas cercanos que a los que habían sido su familia.
Entretanto, el consejo seguía reunido, celebrando su decisión. No comprendían que, sus decisiones sentenciaban a muerte al Clan. Su tiempo había pasado y sus miedos eran sólo un paso mas a su fin.
- Debemos desterrarle; No escucha y hace y deshace a su antojo – dijo el mas anciano de todos- Pronto otros le seguirán.
- Estoy de acuerdo; Los Dioses parecen enojados, Sino, ¿Por qué las mandas de mamuts abandonan la pradera?- la voz del jefe era grave, profunda.
- Hagámoslo pasar.
Nervioso, el joven esperaba en el exterior de la cueva; Sabía que su traición podía costarle la vida, aunque no entendía por qué. Alguien salió a buscarle; Lento, pero con paso firme, se dirigió hasta el interior.
- Has desafiado a nuestros Dioses y ancestros y deberás pagar por ello – uno de los guerreros se adelantó al resto al hablar- Tú eres el culpable de que no tengamos suficiente comida para el invierno.
- Ten cuidado Bro, deja hablar a Nur – interrumpió el anciano- Él es el jefe y no lo debes olvidar.
- A partir de este momento, no perteneces al Clan. Debes irte- concluyó Nur.
Og no pudo o no quiso decir nada. Ellos no comprendían que las tribus de “los sin pelo” empujaban a las manadas hasta su territorio. Tampoco entendían que el tiempo estaba cambiando y los días de lluvia y nieve eran cada vez mas y el Sol no calentaba como antes. Su crimen, haber creado fuego, sin esperar a que éste llegara en forma de rayo o de cualquier otra forma. Ya no haría falta avivar la hoguera que durante años cuidaron todos los miembros y podían recorrer mayores distancias. Podían ser dueños de su destino, pero los mas viejos, veían en él motivo de discordia y maldecían sus ideas.
Recogió sus pocas pertenencias y caminó hasta adentrarse en el bosque. Nadie salió en su defensa, aun cuando algunos pensaban que hacía lo correcto. Sabía que sobreviviría; la caza para una persona sola era más fácil y podía crear su propio fuego.
No le hizo falta; una partida de “los sin pelo”le encontró. Reticentes en el inicio, le hicieron partícipe de su alimento y le invitaron a unirse a ellos. Eran extraños y emitían extraños sonidos de sus gargantas, pero les veía mas cercanos que a los que habían sido su familia.
Entretanto, el consejo seguía reunido, celebrando su decisión. No comprendían que, sus decisiones sentenciaban a muerte al Clan. Su tiempo había pasado y sus miedos eran sólo un paso mas a su fin.
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