domingo, septiembre 4

I - Puertas (Primera Parte)


1 hora y 13 minutos antes la gota pendía temblorosa del tubo de plástico, en una infructuosa lucha por asirse al recipiente. Tras unos instantes de esperanza, el líquido capituló dejándose caer al océano azul y negro que se abría a sus pies. Al recibir la gota la pupila se dilató como un oscuro pozo negro que trata de llenarse de agua de lluvia. La joven parpadeó dos veces extendiendo la sustancia por el ojo. Pasados unos segundos, unas raíces verdosas se extendieron por la iris azulada para convertir en un vergel el páramo nevado que la rodeaba. Se llevó las manos a la cabeza destrozándose el peinado. Casi notaba como atravesaba su retina y entraba en el nervio. Directa a su cerebro. Sus propios sollozos parecían venir de un universo alternativo. Bola Ocho era ahora un dibujo animado en dos dimensiones, y aunque su voz llevaba el ritmo adecuado, él parecía moverse a cámara lenta.

-Tu cerebro ha sido secuestrado. Ahora sé buena chica y cuídate. No vayas a morirte en alguna arteria de la ciudad.

Por un momento la joven intentó responder, pero su mente iba tan rápido que la frase quedó millones de años luz atrás.
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Las calles son las arterias de la ciudad.

Andrea odiaba esa metáfora, pero a la vez la atraía irremediablemente. Cuando escuchaba esa frase, no podía evitar imaginarla como un órgano latente en el que penetraban canales de un líquido verdoso y tóxico. La ciudad no era el corazón sano de un atleta, sino el pulmón canceroso de un fumador. Un gran pulmón que palpitaba envuelto en un manto de humo negro. ¿En qué la convertía eso a ella?. Tal vez en una célula de nombre absurdo cuya función era gritarle a su Amo que dejara el tabaco. Pero no. Ella no formaba parte de esa comunidad de glóbulos blancos y rojos que trabajaban en pro de un cometido que no llegaban a comprender. Ella era un virus. Una bacteria patógena. Un parásito que cuando revelaba su identidad era rechazado por el sistema.

Andrea no tenía muy claro a cuento de qué estaba pensando en anatomía interna, pero estaba segura de lo que buscaba. Como todo órgano lacerado, la ciudad se recomponía a diario. Cada herida infligida en su asfalto era regenerada de inmediato, y pronto surgían altos edificios plateados allí donde antes sólo había una cicatriz negra. Pero Andrea no buscaba demostraciones de arquitectura quirúrgica, sino los restos desechados de la operación. Edificios abandonados, historias olvidadas y viejas mansiones fantasmagóricas rodeadas de carteles corporativos. Un mundo paralelo de recuerdos yacía bajo el nuevo tejido de la urbe.

Andrea buscaba la puerta a ese mundo.
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1 hora y 47 minutos antes Andrea Wolf podría haber sido definida como un bello paradigma de discordancia. Su silueta cortaba la oscuridad de la calle como una espada echa de cristal al rojo vivo. El largo abrigo oscuro estilizaba aún más su figura. La bufanda blanca que protegía su cuello acompañaba a la melena negra en un baile cuya música marcaba el viento. Su hermoso estandarte, anunciado por el sonido rítmico que producían sus tacones con cada paso, era una declaración de guerra contra la terrible fealdad del barrio. En las antiguas urbanizaciones colindantes a la bahía de embarque no había lugar para la belleza.

No era la primera vez que venía, pero como en cada una de las otras ocasiones, tampoco sabía si sería la última. Los vio en un parpadeo. Tres figuras emergieron de un callejón imitando su paso. Evidentemente no les importaba tanto el camino como el caminante. Ella no incrementó su ritmo. No trató de huir. No se alteró lo más mínimo. Simplemente se limitó a sonreír cuando el primer lamento de dolor surgió a su espalda. Su Sombra no la abandonaba, y eso le resultaba irónicamente gracioso. ¿Desde cuando a un ángel le preocupa la seguridad de un demonio?. No necesitaba girarse para ver. Los gritos de pánico eran el relato fiel de la contienda. El tercer cuerpo cayó al suelo. Su Sombra. Su Ángel de la Guarda. Ojalá recordara su cara.

Los restos calcinados de la oficina de objetos perdidos se pudrían ante sí. Estaba cerca.
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Cuando tenía cinco años su casa estaba en obras. Todo estaba sucio y desordenado, y no encontraba a Elena por ninguna parte. Oía su llanto, pero era incapaz de encontrar la habitación de la que procedía. Cada vez que abría una puerta, el otro lado estaba bloqueado por un muro de ladrillos recién levantado. Abrió mil doscientas diecinueve puertas aquel día. Las contó. No volvió a ver a Elena, pero aún escuchaba su llanto.

Andrea aún no había descubierto si su hermana era o no real, ni si su batalla contra las puertas había sucedido de verdad o sólo era un sueño, pero tenía curiosidad por averiguarlo.

En cinco minutos había abierto tres puertas. No las elegía al azar. Cada una de ellas la llamaba con una voz diferente. La primera era la de un burdel con fulanas de los años 20, la segunda estaba tapiada y la tercera daba a un parque de atracciones de columpios oxidados, que tarareaban al son de la brisa canciones chirriantes. Ahora Andrea hacía cola frente a la taquilla de un banco con la intención de abrir la puerta de la caja fuerte. No tenía ni idea de cómo convencer a los guardias armados de que la permitieran pasar, por lo que estuvo a punto de pedir ayuda al Hada Madrina que esperaba frente a ella.

¿Hada Madrina? Se recriminó a sí misma en voz baja. Empezaba a sufrir los efectos secundarios del Secuestro. Tenía que concentrarse. Cuando empezaba a desesperar, Su Sombra le susurró al oído el plan perfecto.
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1 hora y 31 minutos antes acarició la madera con los nudillos. Nunca llamaba con demasiada fuerza a la puerta, ya que temía echarla abajo. No era una mujer fuerte, pero aquellas tablas debían de haber salido del manzano de Adán y Eva. Pasos provenientes del otro lado anunciaron la inminente apertura del sello que cerraba el vano. La puerta se separó de la jamba todo el espacio que le permitía la cadena de seguridad. Una cara desconocida surgió de la oscuridad y preguntó.

-¿Y tú quien coño eres?

Andrea elevó la mirada para estudiar la cabeza que se alzaba medio metro sobre ella. El hombre no debía tener más de treinta años, y de su tupida cabellera peinada a lo afro, tan sólo surgían unas anacrónicas gafas de pasta y una afilada nariz.

-Me lees el pensamiento.

-¿Vendes algo?

-Predico la palabra del señor entre los infieles y los pobres de corazón.

Una expresión de extrañeza se adivinó tras el grueso cristal de sus anteojos.

-Guapa, si tú eres una enviada de Dios...

Andrea levantó su mano enguantada haciendo callar al cancerbero.

-Nadie. Ha mencionado a Dios.

-¿Pues entonces qué...?

Andrea volvió a alzar su mano, se despojó del guante y tocó el pomo de la puerta. La cadena que aseguraba la entrada cayó fulminada al suelo ante el asombro del espigado portero.

-Me llamo Andrea Wolf y busco al Señor Saltos.

Antes de que el eco de sus palabras se hubiera perdido entre las paredes, la mujer ya había entrado.
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El sol bajó del cielo a las riendas de una cuadriga tirada por harleys para beber de una fuente, a cuyas orillas pescaban estatuas de héroes de la antigüedad.

Evidentemente no todo lo que veía era real. Y no era por el Secuestro. Siempre había sido así. Con el tiempo Andrea había aprendido a diferenciar lo que la gente aceptaba como verídico y aquello que consideraba que sólo podía salir de una mente insana. Andrea diferenciaba las reacciones de la gente y se acomodaba a ellas, pero sinceramente era incapaz de distinguir si los procesos de su cerebro respondían o no ante factores tangibles.

Una piedra la adelantó a toda velocidad. Por un momento creyó ver unas diminutas piernas que propulsaban la roca , pero al girarse se dio cuenta de que Su Sombra la había pateado. La silueta hizo un gesto de disculpa y gritó algo que Andrea olvidó de inmediato. Siguió caminando. Su Sombra la seguía con las manos en los bolsillos, y aunque la mujer no recordaba su cara, seguramente luciría una expresión de aburrimiento. Andrea no entendía por qué. Lo de la caja fuerte había sido divertido.

Un susurro interrumpió la carcajada rememorada de la joven. Se detuvo y con sus pasos también cesaron los de su acompañante. Ambos quedaron en silencio entre el estruendo de la calle. Cerró los ojos y todo lo que no era el murmullo desapareció. Existían sonidos que no se escuchaban con los oídos. Andrea se concentró en la voz y se dejó guiar por ella. Atravesó la carretera ante los bocinazos sordos de los conductores hasta llegar al otro lado. La escalinata terminaba en una imponente entrada. La puerta volvió a susurrar.

-A través de mí llegas a un llanto procedente de otro mundo.

Normalmente Andrea desconfiaba de la naturaleza traidora de las puertas, pero aquella tenía algo de especial. Salvo para sus ojos, no existía para nadie más.
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(Continuará)

8 Tu opinión es importante:

Blogger Pablo Gutiérrez said...

Antes que nada, hola de nuevo a todos. Las vacaciones son cosa mala y llevaba tiempo sin subir nada, así que ya era hora de volver a la brecha.

"Puertas" está concebido como el primer relato de una serie de cuentos (aún no sé de cuantos, soy así de gañán) que tienen como nexo en común una extraña ciudad. Debido a la longitud de esta primera parte, que será más o menos de 6 páginas, he decidido subir en un post la mitad con el fin de que no os resulte tan indigesto. La conslusión a este relato inicial llegará pronto (prometido).

Por último os advierto de que esta es mi primera aproximación al género fantástico, así que os pido que seáis comprensivos. (na, olvidadlo, darle caña!) :)

Un saludo a todos.

1:20 p. m.  
Blogger devorador de cómics said...

te esperaba con impaciencia. Por cierto, no crees que sería mejor meterlo en un blog independiente?

1:43 p. m.  
Blogger Pablo Gutiérrez said...

Empecé bastantes cosas para subir, pero ninguna me terminaba de convencer. Y como no he tenido todo el tiempo que se necesita para escribir un relato (que necesito yo, vamos :)), preferí esperar.

En principio pensé lo del blog aparte, pero creo que como cada cuento es muy independiente de los demás, y tiene su propia temática, servirán como relatos normales. Además, no creo que superen los 7 (que soy muy vago)... De hecho ninguno afecta a la continuidad de los demás. Eso sí, la gente que lo siga advertirá ciertos puntos de unión. De todas formas gracias por la propuesta!!!

Muy chulo el nuevo diseño. Me lo había cargado un poco con tantos asteriscos, pero ya está todo en su sitio.

Un saludo.

2:51 p. m.  
Blogger devorador de cómics said...

ME HA GUSTADO, ¿señor saltos? me suena de algo pero no sé de qué.

10:17 a. m.  
Blogger Pablo Gutiérrez said...

Muchas gracias.

El Señor Saltos es un personaje saltarín que surgió de unas rayadas mías de hace tiempo. Si existe lejos de mi locura, no lo sé. :D

Un saludo.

10:58 a. m.  
Blogger Karina Llergo said...

Que sigue?
Elena detrás de aquella puerta?
Me gusta ese mundo.
Pero no me quedó claro lo del secuestro. Algo que ver con las gotas del principio supongo... o debo despertar del todo antes de comenzar a leer?

1:25 p. m.  
Blogger Pablo Gutiérrez said...

:D

Supongo que en la segunda parte quedará todo claro (o igual no, con la empanada que llevo algo quedará en el tintero).

El Secuestro es el nombre de la droga. ;) En ZonaNegativa me habrían matado por soltar este spoiler. :)

Un saludo.

5:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cool blog, interesting information... Keep it UP » » »

1:33 p. m.  

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