lunes, julio 25

Dulces ausencias

Lucía, dulce Lucía. La del vino dulce, la del dulce olvido. Olvido de un marido que no llega, que con nada se entretiene. Cuanto más larga la ausencia, más recuerdos perdidos, más amargo el reflejo, reflejo que te ofrece ese fondo de botella. ¡Vino, más vino! ¡Desmemoria, desmemoria, desmemoria! Hasta que el vientre se hinche y la garganta reviente. Hasta que tu sangre sea vino y la memoria simple olvido. Hasta que el cuerpo se rompa y el regrese el marido ausente. Y te encuentre, olvidada. Y te acoja, te arrope y te lleve. Hasta una cama de hospital donde curar tu cuerpo, donde sanar tu alma. Demasiado pedir. Demasiados rotos tus miembros y demasiado lejos tu misma, en el olvido. Demasiado ausente, el marido.
Días pasan en esa cama de hospital. Y en ese letargo que te envuelve, ya no recuerdas qué es vivir, qué es morir. Incluso te olvidas de latir, una noche, en esa cama de hospital, con tu marido ausente. Y los médicos llegan demasiado tarde. O demasiado pronto, ¿quién sabe? Porque ahí te quedas, ni viva ni muerta. Estado Vegetativo Persistente. Durante las primeras semanas escucharás muchas veces esas palabras a tu alrededor. Pero no las recordarás. Al igual que la gente se olvidará pronto de hablar contigo para empezar sin más a hablar delante de ti, como si no estuvieras. Y ya no hay vino ni necesidad de él. Sólo hay vacío. Y al tiempo que el letargo se acrecienta y te engulle, con él se lleva tus gestos. Tus brazos se doblan, tus piernas se secan, tus ojos no lloran. Estás hecha un ovillo y todo lo que sale de ti es moco. Moco seco, moco espeso, moco claro, moco oscuro. A través de ese agujerito que te hicieron en la garganta. Agujeritos que van surgiendo por todo tu cuerpo, llevándose tu piel, tu grasa y tu hueso. Agujeritos, agujeritos, agujeritos. Motivo de todas las atenciones que recibes.
Lejos quedó Lucía, la dulce. Lejos el estado, el vegetativo y el persistente, pues si alguna cosa persiste es la ausencia y el olvido. Llegará la muerte, pero no sabrás reconocerla. Morirás sin darte cuenta. Y en ese morir ausente, cuando tu corazón se pare y tus pulmones no respiren, quedarás viviendo medio viva. Morirás sin darte cuenta. Y creerás seguir viviendo cuando a tu alrededor ya nada quedé, sólo esa dulce ausencia en la que nadie ya podrá ni querrá reparar. Porque estarás muerta.

4 Tu opinión es importante:

Blogger Ramón Masca said...

Joé Toni, vaya carrerón: ¡tu segundo post y ya has conseguido que hasta Dios te hable!

Espléndido el texto, una prosa poética en toda regla. Logras un ritmo magnífico...

5:32 p. m.  
Blogger devorador de cómics said...

acabado de leer; Escribes muy "sentido" como si te saliera de las tripas. Como te dije para leerlo tranquilo y sin prisas. Escribiendo somos la noche y el día; Yo a ráfagas, conforme me viene a la mente y tu parece que esperas a que madure la idea, la sopesas...y luego nos dejas este regalo

11:48 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

hola, Toni. déu ni do, mentre llegeixes, recordes... has sigut dur i massa realista.

4:59 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Where did you find it? Interesting read » »

12:32 a. m.  

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