Un cuento para niños
Cuando era pequeño, mis padres dicen (y yo lo certifico), que todas las mañanas les hablaba de Princesas, Castillos, Dragones...Recuerdo que, la primera noche que pasé en un castillo (algún día contaré la historia de por qué dormí allí), soñé que, a lomos de un corcel blanco, rescataba a una dama de las garras del malvado Señor del Castillo. Al despertar, juro que dudaba en si aquello no me pasó en realidad, pero las palabras sabias de mi madre, que escuchó atentamente mi relato, me hizo volver al mundo real.
Con los años, uno pierde, para su desgracia, la ingenuidad e imaginación de esos primeros años, algunos menos que otros, como es mi caso, afortunadamente. Esta mañana, pensé en aquel Castillo, en aquel caballo y como quedaría en un relato. El relato, se ha convertido en un proyecto de novela, que todavía está “cociéndose en mi mente”.
Está escrito para aquellos que todavía lleven un niño dentro. Algunos lo catalogarán como infantil, otros como simple, pero a mi me hubiera encantado tener un cuento como este.
Ahí va la introducción y prometo, si al final la llevo a cabo, daros buena cuenta de ella.
Por cierto, todavía no tengo título, así que ¡admito sugerencias!
CAPÍTULO 1: Ko-Nur-Bast “El que escupe fuego”.
Lejos quedaban los tiempos en los que, su figura majestuosa se alzaba amenazante por encima de las colinas que dominaban el páramo. Eso fue antes de la Última Guerra, donde cayeron amigos y enemigos a partes iguales.
Ahora, apenas podía hacerse respetar por los campesinos de las Tierras Bajas. Incluso, en alguna ocasión le plantaron cara. Estaba débil pero intentaba disimularlo; Una incursión en el pueblo, quemar algunos pastos, secuestrar alguna joven doncella...Lo típico que se esperaba de un Dragón. Fuera de eso, su vida era aburrida, monótona. Cien años atrás, se aburrió de almacenar tesoros. Cuando sus escamas eran jóvenes y sentía el vigor del fuego en su interior, el intenso brillo del oro le hipnotizaba, le llamaba. Envidioso de reyes y señores, que amontonaban el preciado metal a costa de sus súbditos, pronto la emprendió con ellos. Ellos, ignorantes de lo que se les avecinaba, guardaban el oro y las gemas en un solo lugar. A Ko, nombre con el que le conocían el resto de Dragones, siempre le pareció que le facilitaban el trabajo; Un solo viaje le bastaba para dejar vacías las arcas.
Llegaba la primavera y era época de caza de Dragones. Los aspirantes a Caballero, que tenían todo un Invierno para entrenar e imaginar como sería su vida después de la hazaña de eliminar a Ko-Nur-Bast, esperaban la retirada de las primeras nieves, para emprender su marcha en busca de la Gloria.
Para algunos el camino terminaba en algún bosque cercano; Los Licántropos, que, por otras razones también esperaban el fin del Invierno, llegaban a los primeros días de Abril con el estómago vacío. Hartos de los pequeños mamíferos con los que saciaban su hambre en Invierno, aquellos ingenuos a caballo, eran todo un festín de carne fresca y abundante.
No fue el caso de Garrik...
Con los años, uno pierde, para su desgracia, la ingenuidad e imaginación de esos primeros años, algunos menos que otros, como es mi caso, afortunadamente. Esta mañana, pensé en aquel Castillo, en aquel caballo y como quedaría en un relato. El relato, se ha convertido en un proyecto de novela, que todavía está “cociéndose en mi mente”.
Está escrito para aquellos que todavía lleven un niño dentro. Algunos lo catalogarán como infantil, otros como simple, pero a mi me hubiera encantado tener un cuento como este.
Ahí va la introducción y prometo, si al final la llevo a cabo, daros buena cuenta de ella.
Por cierto, todavía no tengo título, así que ¡admito sugerencias!
CAPÍTULO 1: Ko-Nur-Bast “El que escupe fuego”.
Lejos quedaban los tiempos en los que, su figura majestuosa se alzaba amenazante por encima de las colinas que dominaban el páramo. Eso fue antes de la Última Guerra, donde cayeron amigos y enemigos a partes iguales.
Ahora, apenas podía hacerse respetar por los campesinos de las Tierras Bajas. Incluso, en alguna ocasión le plantaron cara. Estaba débil pero intentaba disimularlo; Una incursión en el pueblo, quemar algunos pastos, secuestrar alguna joven doncella...Lo típico que se esperaba de un Dragón. Fuera de eso, su vida era aburrida, monótona. Cien años atrás, se aburrió de almacenar tesoros. Cuando sus escamas eran jóvenes y sentía el vigor del fuego en su interior, el intenso brillo del oro le hipnotizaba, le llamaba. Envidioso de reyes y señores, que amontonaban el preciado metal a costa de sus súbditos, pronto la emprendió con ellos. Ellos, ignorantes de lo que se les avecinaba, guardaban el oro y las gemas en un solo lugar. A Ko, nombre con el que le conocían el resto de Dragones, siempre le pareció que le facilitaban el trabajo; Un solo viaje le bastaba para dejar vacías las arcas.
Llegaba la primavera y era época de caza de Dragones. Los aspirantes a Caballero, que tenían todo un Invierno para entrenar e imaginar como sería su vida después de la hazaña de eliminar a Ko-Nur-Bast, esperaban la retirada de las primeras nieves, para emprender su marcha en busca de la Gloria.
Para algunos el camino terminaba en algún bosque cercano; Los Licántropos, que, por otras razones también esperaban el fin del Invierno, llegaban a los primeros días de Abril con el estómago vacío. Hartos de los pequeños mamíferos con los que saciaban su hambre en Invierno, aquellos ingenuos a caballo, eran todo un festín de carne fresca y abundante.
No fue el caso de Garrik...
(Continuará)
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hay que mejorar algunos fallos que acabo de ver al leerlo en voz alta. En cuanto tenga mas iré publicándolo por aqui
ya nos contarás cuando vuelvas
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