jueves, enero 10

BLADE #1

Hombres Lobo, Vampiros y demás fauna sobrenatural, apenas han tenido eco dentro de los cómics Márvel. La razón, o razones, habría que buscarla tanto en el nulo interés que ha despertado entre los lectores cualquier acercamiento a ese tipo de historias, como en la dificultosa tarea de adecuarlos dentro de la continuidad del Universo Márvel, en la que tenemos mutantes, científicos y hasta dioses, pero que, por su propia naturaleza hace difícil encajar a personajes que demandarían otro tipo de historias mas oscuras, que no encajarían en la misma realidad de Spiderman y los 4 Fantásticos. A eso, hay que añadir un hecho que no debe (ni puede) pasarse por alto: El Comics Code Authority. Esta especie de autocensura, impedía que ciertos contenidos fueran publicados sin llevar el sello de “para lectores adultos”. Eso daba que pensar a las editoriales si debían incluir ese tipo de cómics dentro de su línea editorial, sin que por ello se resintiera su imagen y ventas. A comienzos de la década de los setenta, las reglas sobre los cómics de horror no parecían tan estrictas y desde La Casa de las Ideas, se introdujo, en la serie de Spiderman, a Morbius, un científico convertido en vampiro.

El hecho, no por lo anecdótico de tener un chupasangre como rival del arácnido, demostraba que la editorial tenía en mente un desembarco mayor. Y así fue; En 1973, lanzó una serie de las que, en la actualidad, se denomina “de culto”; Hablamos de La Tumba de Drácula. Drácula, por fin, tenía su lugar en el Universo Márvel. La colección, bajo la dirección de Marv Wolfman y los dibujos de Gene Colan, llegó hasta los setenta números, cancelándose a las puertas de los años ochenta. En sus páginas, vimos el nacimiento del personaje que nos ocupa, Blade. El cazavampiros, un antihéroe de los que gustaba en la época, se convertía en la Némesis perfecta del señor de la noche. La elección del color de su piel no fue al azar. En esos años, el denominado blackpower estaba en su apogeo y triunfaba un detective de harlem, Shaft. Estaba claro que el terreno estaba abonado para introducir a nuevos personajes que siguieran esa línea y Blade encajaba perfectamente.

Eric Brook, su verdadero nombre, no sólo es un cazavampiros, sino que él mismo tiene mitad de vampiro. Eso le hace poseer poderes sobrenaturales que le facilitan su labor, pero que, por el contrario, le condena a sufrir la sed de sangre tan típica de los vampiros.
Como personaje su vida ha sido dura; su primera aparición se produjo en 1973, en las páginas del número 10 de la Tumba de Drácula. A partir de ahí ha aparecido y desaparecido como el Guadiana. En solitario o compartiendo protagonismo, los lectores le han ido dando la espalda, por lo que parecía destinado a convertirse en un eterno secundario.

Pero, para bien o para mal, a partir de los noventa, la industria cinematográfica, falta de ideas originales, decidió desviar su mirada hacia los personajes de cómics. Spiderman, Batman y un largo etcétera, pasaron del papel a la gran pantalla. No sólo eso, sino que se convirtieron en éxitos de taquilla. Y Hollywood, cuando de dinero se trata, suele exprimir a la gallina de los huevos de oro. La búsqueda de personajes que pudieran ser adaptados, les llevó hasta Blade. Pocos podían imaginar que un personaje que a duras penas lograba pasar de la docena de números en su propia cabecera, llegara a tener éxito. Y en contra de toda lógica comiquera, lo logró. No sólo eso, sino que la película se convirtió en trilogía e incluso logró tener serie de televisión propia, sin olvidar sus pinitos en el mundo de los videojuegos. Si triunfaba en cine, tv y videojuegos, ¿Por qué no en papel?.

Márvel, intentó aprovechar el tirón y lanzar nueva serie al canto de posibles lectores atraídos por las películas. No logró el éxito esperado y una vez mas, el cazavampiros vio como se cerraba el grifo y volvía al ostracismo.
Llegados a este punto, muchos éramos los que recelábamos ante el nuevo intento de relanzar al personaje. En Noviembre de 2006, se inició la nueva andadura en el mercado americano. Los responsables, Marc Guggenheim y Howard Chaykin.
El primero, con una larga trayectoria en el mundo televisivo y que muestra a un Eric Brook como nunca antes lo habíamos visto. A esto hay que añadir dos hechos, que no hacen mas que aumentar el interés por la serie; Primero, cada número es auto conclusivo…pero con un hilo conductor de se irá desvelando con el transcurrir de la serie. Segundo, con cada paso en el mundo actual, se nos muestra un pasaje de su pasado que, por otra parte, enlaza con la trama general.

En el apartado gráfico, nada que objetar a Chaykin. Su manejo de la textura y las formas, hacen que estemos ante un cómic alejado de los cánones del denominado amerimanga que tanto gusta en los USA. Nada de splash-page ni poses fuera de lugar. Se adecua al ritmo de la narración, dando énfasis a los primeros planos, donde su dibujo gana muchos enteros.Si a esto añadimos las geniales portadas de un artista poco conocido por aquí, Marko Djurdjevic, estamos ante una de las sorpresas mas agradables del año, un cómic que no debe ser pasado por alto.

En lo que argumento se refiere, vemos a un Eric Brook metido en problemas debido a su particular método de eliminación de vampiros, que no es otra que su muerte. SHIELD, FBI y policía se entrometerán en su camino, llevándole a situaciones nunca antes imaginadas. Por tener, tenemos hasta un cruce con Civil War, donde veremos su faceta de cazador en la búsqueda de otro personaje Márvel: Lobezno. Junto a esto, tenemos una profecía de la que es protagonista y que ya veremos en lo que acaba
Para finalizar, un dato que tampoco puede dejarse de lado, y es que en los USA la serie llegó hasta el número 12, lo que significa que nosotros lo veremos publicado en dos únicos tomos, para alivio de su bolsillo. Que nadie se lleve a engaño y piense que si la serie se canceló, significa que no merece la pena, ya que se perdería una serie que no desmerece a ninguna de las publicadas actualmente en el mercado. Es mas, supera con creces la media.

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